lunes, 8 de agosto de 2011

Estelas en la mar

La vida no es más que un largo camino que vamos creando allí donde ponemos los pies. Ante nosotros se extiende tierra virgen, expectante ante nuestros pasos que al hollarla irán dejando tras de sí un estrecho sendero, testigo de nuestro caminar. No existen camino marcados, somos nosotros quienes decidimos que rumbo tomar. Pues como sabiamente dijo Antonio Machado: caminante no hay camino, se hace camino al andar.
La vida no es más que un viaje sin destino, donde el final del mismo dependerá de las decisiones tomadas. Elecciones difíciles, pues una densa niebla cubre el horizonte y sólo en escasas ocasiones nos deja vislumbrar parte de lo que nos espera más adelante en nuestra senda. Los obstáculos tampoco escasean en este camino y nos vemos obligados a elegir entre reunir fuerzas y valor para intentar salvarlos o perder un tiempo precioso en rodearlos. Más por muy difícil que sea el camino jamás debemos retroceder. La senda que dejamos tras de nosotros permanecerá cual estela en nuestra memoria, ayuda en los tiempos difícil gracias a la experiencia adquirida a lo largo del camino ya recorrido; pero es extremadamente frágil, por lo que de volver a pisarla esta se romperá, abandonándonos bajo una lluvia de recuerdos y fragmentos de nuestro pasado que nos impedirá seguir adelante.
La vida no es más que un largo sendero, en el que atravesaremos paisajes de muy diverso aspecto. Planicies desiertas, sembradas de dudas e inciertos rumbos a seguir. Valles floridos, rebosantes del armonioso canto de los pájaros, el dulce aroma de las flores y el murmullo de ríos cristalinos. Escarpadas pendientes, cuyas rocosas laderas laceran nuestros pies e intentan hacernos desistir en nuestro empeño por coronar una cumbre que a cada momento parece más lejana. Rincones de ensueño, donde descansar y recuperar fuerzas para continuar nuestro viaje. Y finalmente una playa de fina arena, dorada bajo los rayos del sol y más allá el mar, último destino. Entonces el agua salada bañará nuestros pies, eliminando el cansancio acumulado, mientras la espuma refresca la piel quemada por el sol. Las olas nos acompañarán en un nuevo viaje a lo desconocido, en busca del horizonte, donde reunirnos con todos aquellos que también terminaron su viaje. Y el viento acabará borrando nuestras huellas, dejando únicamente como testigo de nuestro paso por este mundo estelas en la mar.

1 comentario:

  1. La vida no es más que un largo camino que vamos creando allí donde ponemos los pies.

    hermoso y cierto comienzo, andar es la máxima aspiración y quizás la única que tenemos, andar y no dejar estancar nuestros pasos, llevando con nosotros los recuerdos que van almacenándose en nuestra mochila, ellos son la palpable realidad de lo que ya hemos andado...

    sigamos pues nuestra andadura... un abrazo Fénix

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