viernes, 19 de agosto de 2011

Ser consecuente


Soy una persona extremadamente indecisa. Siempre me cuesta decidir muchísimo, sobretodo porque la mayoría de las veces la decisión visceral es la opuesta a la razonada. Así acabo generalmente haciendo un repaso de todos los pros y los contras pero ni de esta manera consigo hacer una elección sin discutirlo conmigo mismo durante bastante tiempo. Sin embargo, esto puede haber cambiado desde que descubrí una buena forma de hacerlo, gracias a mi Pepito Grillo particular.

La semana pasada mi padre intentó convencerme de forma demasiado insistente que fuera a un evento al cual no quería ir. Se negaba a aceptar mis negativas pues cada día volvía a preguntármelo de nuevo. Sé que esto era así porque le hacía ilusión que yo fuera, mas me fastidiaba que no se diera cuenta de que no quería hacerlo y de que su insistencia me irritaba hasta límites demenciales. Aún así, entendía su esperanza de que yo fuera por lo que aunque no quería ir tampoco quería negarme definitivamente, pues me sentiría culpable por ello. Mis problemas los solucionó Ella, demostrándome una vez más porque la adoro tanto. Me aconsejó que cualquiera fuera mi decisión, debería ser consecuente con ella. Es decir, si acababa aceptando debería ir al evento sin sentirme que había sido obligado y sin quejarme por ello. Me conozco y sé que en caso de aceptar efectivamente habría pasado la tarde enfurruñado y quejándome por todo, probablemente intentando fastidiar el evento a mis padres por sentirme que había sido obligado a ir; algo que no sería justo para ninguno. Por eso, ante la incapacidad de ser consecuente con esa elección opté por la negativa.

Fue una gran lección, descubrí lo mucho que me queda todavía por aprender. Debemos ser consecuentes con nuestras decisiones. No podemos volver la vista atrás continuamente pensando que habría pasado si hubiéramos realizado otra elección. No podemos amargar nuestra vida o la de los demás por haber tomado una elección a nuestro juicio equivocada. Si todavía existe la oportunidad de coger el otro camino no hay más que hacerlo. Si no existe semejante oportunidad no hay más que seguir adelante y tratar de hallar lo mejor de este camino que hemos tomado, pues en todo sendero hay motivos para la felicidad.


1 comentario:

  1. Cuánta razón!! A mí me pasa algo parecido, le doy miles de millones de vueltas a las cosas hasta que encuentro la solución para una decisión, y una vez que lo hago, no vuelvo a mirar atrás y como bien dices, asumo las consecuencias. Una de las cosas que más me gustan es saborear esos momentos en los que aprendes algo de vital importancia sin apenas darte cuenta :) Un beso!

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