Las tapas del libro se cierran, pero tu mente todavía sigue en él. Aferrada a ese punto y final maldito, busca desesperadamente un nuevo párrafo, una nueva línea, algo... Pero sólo encuentra espacio vacío y finalmente acaba aceptando la realidad. Otra cautivadora historia, otro mundo en el que sumergirse y pasar las horas devorando las páginas a un ritmo frenético, viendo como el tiempo sucede pero negándote a volver a la realidad... Otro libro que se ha acabado y con él una parte de mí que también ha cerrado.
Son muchas las emociones que cada historia me hacen sentir pero es cuando mis ojos tropiezan con ese temido final cuando todos los sentimientos desatados en el transcurso de la lectura invaden mi cabeza y me sumergen en un torbellino de sensaciones que amenaza con ahogarme en su inmensidad. El telón ha bajado, para siempre. Pues aunque llegue el momento en que vuelva a leerlo, nada se asemejará a la primera vez. Y es en ese momento, cuando mi vista trata de enfocar más allá del papel en blanco cuando mi piel estalla ante la presión de todas las emociones acumuladas y me estremezco de pies a cabeza, esclavo de un torrente incontenible de sentimientos y pensamientos.
Finalmente, todo vuelve a su cauce, mientras lentamente la realidad se impone a la esperanza. Otra historia que finalizó. Otro libro acabado. Otra parte de mí que se cierra junto a este. Pero sólo es un cierre temporal. Pues las puertas que se cerraron volverán un día a abrirse y un nuevo mundo mágico esperará detrás de ellas.
Dios! Qué bonito!! La verdad es que es una sensación bastante compleja la que se siente al terminarse un libro...
ResponderEliminarYo a veces lo que hago es alargar el tiempo (aunque me esté muriendo de ganas de leer) para que me dure más y para saborearlo mejor.
ResponderEliminarUn besito fenix