domingo, 4 de septiembre de 2011

Las alas de un Fénix

Y las cadenas se quebraron bajo el peso de la razón,
descubrí mis alas, creadas por la esperanza y la ilusión.
Y volé más allá de este páramo desierto en el que me recluí voluntariamente,
alcancé la luz del sol tan anhelada, incinerando mis fantasmas con su cálido abrazo.
Y entré en un mundo en el que no estaba solo,
disfruté de las risas en compañía,
su presencia me reconfortó.
Y me encontré bajo una tormenta de luces y música atronadora,
sentí el ritmo latir en mis venas, llenando mi corazón de una euforia desconocida,
mi cuerpo se movió al compás de las pulsaciones que en mi cuerpo vibraban.
Y sentí un calor infernal, ríos de sudor corrían por mi piel,
pero seguí bailando, hipnotizado por el momento, esclavo del sonido.
Y cuando todo acabó, cuando exhausto llegué a mi habitación,
en un rincón encadenada vi a la soledad llorar.
Y me miro con ojos esperanzados, señalando los grilletes,
pero su alegría se apagó cuando acercándome le hable:
"Demasiado tiempo he ocupado yo esa cárcel,
demasiado tiempo he aceptado las cadenas que me pusiste,
demasiado tiempo he pasado cegado por tus palabras embaucadoras,
es hora de que sea yo tu dueño y no al revés."
Y bajo un cielo estrellado reflejado en mis párpados,
abrigado por mis recién descubiertas alas,
alas de un Fénix renacido de entre sus cenizas,
me dormí feliz.




1 comentario:

  1. Qué bonito! Me ha gustado muchísimo :) Esos momentos en los que vences a la soledad tienen un sabor súper dulce. Un beso!

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