El día es duro.
Despertarse pronto y tener que hacer frente a las ganas de quedarme un rato más
en la cama. Soportar el frío penetrante de la mañana, invadiendo cada rincón de
tu cuerpo sin piedad alguna. Otra jornada más de trabajo, que aunque tenga la
gran suerte de disfrutar con lo que hago, sí que requiere un gran esfuerzo y
resulta en un claro agotamiento, tanto físico como mental. Y si las cosas no
salen bien se le añade el factor de la frustración... Esperar el autobús
mientras la lluvia no cesa. Llegar a casa y recordar que aún hay cosas por
llevar a cabo...
Es una rutina cansada
sí, pero todo eso y más en mero polvo se convierte cada vez que veo esa dulce
sonrisa. Pues vivo cada día pensando en mi recompensa, poder ver a la noche la
hermosura reencarnada en ese mar verde que guardas en tus ojos. Es entonces
cuando el cansancio se desvanece, las penas huyen ante tu presencia y sólo
queda felicidad por poder compartir mi camino contigo. Es esa risa muda la que
me ayuda a seguir adelante, es tu pensamiento el que como escudo ante la
tristeza levanto y como espada tus palabras esgrimo, herida mortal que al dolor
causaste con frases cargadas de amor. Vivo contando los días que me separan de
ti, anhelando el día en que pueda volver a abrazarte, sentirnos uno de nuevo.
Ese día en que dejemos que nuestros labios hablen por nosotros. El día en que
pueda devolverte todos los abrazos que te debo. Pero hasta entonces me
conformaré con ver tu sonrisa a través de una pantalla, me conformaré con besos
y abrazos pensados, llenaré mi alma con tu imagen y tus palabras. Eso sí,
cuando llegue la noche no habrá distancia que pueda detenerme y evitar que
llegue hasta tus sueños y en ellos juntos nos amaremos bajo un cielo estrellado
de deseos y la mirada atenta de la Luna, guardiana de nuestras caricias y
sentimientos.
Nire bizitzaren izarrik
distiratsuena, zerutik eroritako aingerurik ederrena, zoriontasuna ekarri didan
Ilargia, zilarrezko izpiekin laztantzen nauena. Zuretzat.
Maite zaitut.
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