jueves, 22 de septiembre de 2011

50 entradas, 50 pedazos de mí

Parece que fue ayer cuando planté la primera semilla en este pequeño jardín, ahora repleto de brotes creciendo lenta pero constantemente y alguna que otra flor. Este es el pedacito número 50 de mi mismo que expongo en este rincón. Y para hacer honor a esta ocasión, que mejor manera que dedicando esta entrada a la persona que creó los cimientos en los que se asienta. Y es que si no fuera por Ella, dudo mucho que este blog existiera.

Ya hablé en una ocasión sobre mi relación con la poesía. Puede que conocerla a Ella me diera el pequeño empujón que necesitaba para entregarme en mayor medida a esta forma de expresión, pero en el fondo hacía mucho tiempo que se hallaba establecida en mi interior. La prosa y los relatos, sin embargo, me resultaban ajenos y esquivos ante mi inspiración pues aunque existían en mi cabeza diversas ideas, alguna muy recurrente, nunca hallaba la manera de darles vida. Por supuesto, esto duró hasta que Ella entró en mi vida. Fue descubrir sus hermosos escritos, imaginativos relatos llenos de sentimiento y pasión, lo que me dio fuerzas para enfrentarme a la hasta ese momento inabordable y esquiva prosa. Los resultados, aunque ni de lejos comparables con los de mi admirada maestra, pronto igualaron a la poesía y hoy en día navego entre ambas formas tratándolas con igual respeto, disfrutándolas con diferentes y a la vez similares sentimientos. También creo que fue este descubrimiento de la hermosura de la palabra escrita la primera piedra de lo que más tarde tomaría forma y el nombre de "La Mirada del Ave Fénix".

Termino esta entrada especial con un texto también especial: mi primer relato, aquella idea que tantas veces visitaba mi mente pero que hasta no descubrir la verdadera belleza de la prosa de sus manos y palabras, no pude plasmar. Un relato dedicado, como no, a mi musa e inspiración. Para Ella.

Despertar a tu lado
La noche es fría. Un escalofrío recorre mi cuerpo, estremeciéndome bajo su efecto, pero no le presto atención. La luna llena se asoma entre jirones de nubes que adornan, cual algodón, un cielo cubierto de estrellas. Pero sólo una estrella atrae mi atención.
La luz de la luna ilumina tu cara, difuminando tu rostro pero realzando tu belleza. Radiante te muestras ante mí, mientras el viento acaricia tu rostro y te susurra canciones al oído. Caminas por la arena, ligera como una pluma, apenas dejando rastro al pasar. Un rastro que sigo hipnotizado, cual polilla embelesada por la llama de una vela, absorto en la contemplación de tu figura, enmarcada en un fondo de estrellas y mar.
Alcanzas la orilla sin detenerte, adentrándote en las aguas, dejándote bañar por las olas que buscan desesperadamente contactar con tu piel. Te giras y me sonríes, me invitas a acercarme a ti, a compartir el momento contigo. Y yo te sigo. El agua lame mis pies desnudos, la espuma acaricia mi piel. Las olas acuden a mi encuentro, juguetonas, bañándome en pureza, limpiándome en cuerpo y alma. La brisa me vuelve hacer estremecer, ahora no de frío, si no de gozo ante su suavidad y ternura.
Nos fundimos en la noche, piel con piel, sangre con sangre, mi alma y tu ser. Disfruto de tu esencia, impregnada en tus caricias, en tus besos y ahora en mi corazón. El silencio es mudo testigo de nuestra unión. Nuestro sudor lleva al mar noticias de nuestro amor. La noche nos cubre con su manto negro y estrellas y luna nos conceden su calor.
De repente una ola nos sumerge en un mundo frío y oscuro. La sal ciega mis ojos, el agua anega mis pulmones, las olas nos golpean cruelmente, separándonos sin compasión. Lucho por resistir la furia del mar, te busco pero no hallo más que vacio y oscuridad. Finalmente, mi cabeza emerge de la superficie, mis pulmones respiran aliviados pero no así mi congoja. Miro a mi alrededor y nada veo. Sólo un mar de lágrimas, lágrimas saladas surcando mi rostro, testigos de mi desolación.
Sobresaltado, despierto. Mi corazón desbocado, una angustia infinita que desborda mis ojos y humedece el colchón. Perdido, desorientado, mi tristeza me comienza ahogar por el recuerdo de algo perdido.
Entonces, oigo un ruido, un leve sonido, tenue pero familiar. Tu respiración, a mi lado, calma los latidos de mi corazón. Las lágrimas cesan. La angustia desaparece. Respiro aliviado, mientras observo tu perfil. Tumbada en la cama, dormida a mi lado, tu belleza sigue conmoviéndome como la primera vez. Sonrío mientras me acuesto y tomo tu mano. Murmuras en sueños y me la estrechas. Y así cierro los ojos, tranquilo ahora sabiendo que todo fue un mal sueño. Y sabiendo también, que por muchas pesadillas que perturben mis sueños, al despertar siempre seguirás a mi lado.



1 comentario:

  1. Qué bonito Fénix, es un relato precioso. Al principio pensaba que ella era una sirena, como si ella y el protagonista se amasen muchísimo pero no pudieran estar juntos durante mucho tiempo. Como un amor hechizado bajo el control del mar. Y aunque cuando termino de leerlo pienso: menos mal, todo fue un sueño; da la impresión de que el hechizo continua, pero esta vez es magia libre, ¿no?.

    Está genial. Felicidades por tus 50 entradas!!

    ResponderEliminar

Gracias por compartir tu mirada

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...