Volver
hoy a mi habitación bajo el cielo azul y un sol radiante, es pues
motivo de alegría y exultante felicidad. Durante el viaje, cada paso que
daba parecía ayudarme a despertar de ese sueño invernal al que este
horrendo clima me había confinado. Sé que todavía el sol apenas
permanecerá activo una o dos horas más. Pero la diferencia es
abrumadora, según los días se alargan me encuentro saliendo poco a poco
del letargo de esta no tan metafórica hibernación, en busca de astro
solar que vuelve para ocuparse de nosotros.
Sin
embargo, lejos esta el invierno de ceder, sé que tan sólo es una
pequeña tregua, una rosa con espinas. Pues aunque soleado ( o mejor
dicho, por ser un día despejado), el día de mañana promete ser gélido,
con una temperatura mínima que me hace temblar sólo de pensarlo. Al
menos, una vez superado semejante prueba confío en que mi resistencia
hacia el frío se vea incrementada. Pues como se suele decir, lo que no
me mata me hace más fuerte. Si ya he conseguido acostumbrarme a los -10
grados como temperatura habitual, supongo que unos días a -25 no serán
tanto problema. Y a mi vuelta a casa pasarme el invierno en camiseta de
manga corta.
Queda
pues mucho hasta que pueda decir adiós a este inclemente invierno.
Demasiado, pues esta falta de luz solar y calor ambiental son minucias
en comparación con mi mayor ausencia. Pues no concibo una primavera sin la luz de tus ojos y el calor de tu voz. Pues sólo cuando pueda recuperarlos desaparecerán los últimos restos de hielo, solo entonces volverá a florecer mi interior.
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