Dos días tan solo quedan para que se cumplan los 9 meses de esta inolvidable experiencia que ha sido mi Erasmus en Finlandia. Dos días para que diga adiós a lo vivido durante este tiempo y vuelva a casa para volver a comenzar un nuevo ciclo de mi vida. Y como no, es ahora momento de reflexión, de hacer balance sobre este punto de inflexión en mi camino. Un balance sin duda positivo, podría decir que más de los que esperaba, pero tampoco estoy muy seguro de que esperaba exactamente. Digamos solamente que me alegro enormemente de haberme atrevido a pasar por esta experiencia.
Si he de ser sincero, en los primeros años de universidad en ningún momento se me pasó por la cabeza hacer algo semejante. Siempre he sido muy casero, y nunca había salido de casa sin la compañía de mis padres. El pensamiento de una estancia Erasmus, por lo tanto, quedaba siempre fuera de mi agrado, pues siempre he sido cobarde a la hora de aceptar cambios significativos que me supongan perder el control de mi vida. Todo cambió cuando, en el tercer año de carrera, al entrar en el laboratorio mi jefe me recomendó realizar un Erasmus, argumentando que sería una buena experiencia y que generalmente quienes lo habían hecho solían demostrar una mayor eficacia y competencia en sus posteriores estudios y/o trabajos. Aunque no cambiase mucho mi actitud hacia esa opción, esto sí que supuso un cambio significativo, ya que empecé a darle más vueltas que anteriormente. Las opiniones a favor de mi madre, un amigo catedrático y compañeros del laboratorio también empezaron a calar dentro de mí. Honestamente, sabía que era una gran oportunidad que me enseñaría aquello que tanta falta me hacía para seguir madurando. Aun así, tal salto al vacío me asustaba y no podía decidirme aun sabiendo sus bondades. De hecho, tardé muchísimo en decidir finalmente pedir plaza, y más aun en aceptar completamente que esa era la mejor decisión que podía tomar. Una decisión de la cual me siente muy orgulloso, pues venciendo los miedos irracionales conseguí una oportunidad que sin duda alguna ha merecido la pena.
Es cierto que esta estancia Erasmus ha supuesto unos cuantos quebraderos de cabeza, estrés y momentos en los que se me ha puesto a prueba. Todo el papeleo, la búsqueda de información, la convivencia en un país con una lengua extraña (gracias al menos que la mayoría de personas saben hablar inglés), tanto tiempo lejos de mis seres queridos... Hasta cierto punto ha sido una experiencia dura, pero al mismo tiempo increíblemente enriquecedora, una lección imprescindible que me ayudará en mi futuro. Además, también me ha supuesto otras ventajas, especialmente unido al laboratorio: ha sido este un año más relajado en cuanto al tema de estudios (trabajando duro como siempre, pero probablemente más relajado que si hubiera estado en casa), económicamente también ha resultado mucho mejor de lo que esperaba, he adquirido una gran formación que me ayudará sin duda alguna en mi doctorado y probablemente consiga publicar dos artículos, uno de ellos como primer autor. En cuanto al tiempo libre, en este caso sí que no ha habido gran cambios, pues he mantenido mi filosofía de trabajar mucho y pasar la mayor parte del escaso tiempo restante en mi habitación (aunque parezca raro apenas he viajado en todo este tiempo ni he conocido demasiados nuevos lugares, aunque tampoco es algo que me vaya a quitar el sueño). Aunque en el segundo cuatrimestre sí que tuve más suerte e hice mejor migas con los compañeros de residencia, por lo que empecé a socializar más de lo normal y a disfrutar con los demás, no siempre en mi habitación.
En cuanto a las malas experiencias, pues la mayoría podrían haberme sucedido también en casa, así que no merecen gran mención. La excepción, por supuesto, es esa espina que quedó profundamente clavada en mi corazón en febrero y que desgraciadamente ha deslucido estos últimos meses de mi estancia. Si seré capaz de extraerla o se quedará ahí alojada para siempre todavía no podré saberlo hasta dentro de una semana más o menos. Ojalá pueda deshacerme de ella y poder así recordar este Erasmus sin gotas que empañen su recuerdo. No es algo seguro, por desgracia, es posible que tenga que pagar un alto precio por esta inolvidable experiencia. Pero pase lo que pase, he de reconocer esta situación también ha sido muy importante para mi proceso de maduración y no dejaré que tenga fuerza suficiente para romper el buen recuerdo.
En definitiva... Una experiencia magnífica, que me ha cambiado notablemente (aunque por supuesto no ha sido un proceso radical, sino más bien una maduración gradual que seguirá extendiéndose por los próximos años). 9 meses duros pero agradables, un tiempo en el que he aprendido mucho y cuya lección me ayudará en este nuevo futuro que se habré ante mí. Termino este Erasmus agradeciendo la oportunidad de haberlo vivido y convencido de que ha sido una de las mejores experiencias de toda mi vida. Se acaba sí, pero su recuerdo y todo lo que he ganado con él seguirán acompañándome en ese largo camino que todavía he de recorrer.
Es cierto que esta estancia Erasmus ha supuesto unos cuantos quebraderos de cabeza, estrés y momentos en los que se me ha puesto a prueba. Todo el papeleo, la búsqueda de información, la convivencia en un país con una lengua extraña (gracias al menos que la mayoría de personas saben hablar inglés), tanto tiempo lejos de mis seres queridos... Hasta cierto punto ha sido una experiencia dura, pero al mismo tiempo increíblemente enriquecedora, una lección imprescindible que me ayudará en mi futuro. Además, también me ha supuesto otras ventajas, especialmente unido al laboratorio: ha sido este un año más relajado en cuanto al tema de estudios (trabajando duro como siempre, pero probablemente más relajado que si hubiera estado en casa), económicamente también ha resultado mucho mejor de lo que esperaba, he adquirido una gran formación que me ayudará sin duda alguna en mi doctorado y probablemente consiga publicar dos artículos, uno de ellos como primer autor. En cuanto al tiempo libre, en este caso sí que no ha habido gran cambios, pues he mantenido mi filosofía de trabajar mucho y pasar la mayor parte del escaso tiempo restante en mi habitación (aunque parezca raro apenas he viajado en todo este tiempo ni he conocido demasiados nuevos lugares, aunque tampoco es algo que me vaya a quitar el sueño). Aunque en el segundo cuatrimestre sí que tuve más suerte e hice mejor migas con los compañeros de residencia, por lo que empecé a socializar más de lo normal y a disfrutar con los demás, no siempre en mi habitación.
En cuanto a las malas experiencias, pues la mayoría podrían haberme sucedido también en casa, así que no merecen gran mención. La excepción, por supuesto, es esa espina que quedó profundamente clavada en mi corazón en febrero y que desgraciadamente ha deslucido estos últimos meses de mi estancia. Si seré capaz de extraerla o se quedará ahí alojada para siempre todavía no podré saberlo hasta dentro de una semana más o menos. Ojalá pueda deshacerme de ella y poder así recordar este Erasmus sin gotas que empañen su recuerdo. No es algo seguro, por desgracia, es posible que tenga que pagar un alto precio por esta inolvidable experiencia. Pero pase lo que pase, he de reconocer esta situación también ha sido muy importante para mi proceso de maduración y no dejaré que tenga fuerza suficiente para romper el buen recuerdo.
En definitiva... Una experiencia magnífica, que me ha cambiado notablemente (aunque por supuesto no ha sido un proceso radical, sino más bien una maduración gradual que seguirá extendiéndose por los próximos años). 9 meses duros pero agradables, un tiempo en el que he aprendido mucho y cuya lección me ayudará en este nuevo futuro que se habré ante mí. Termino este Erasmus agradeciendo la oportunidad de haberlo vivido y convencido de que ha sido una de las mejores experiencias de toda mi vida. Se acaba sí, pero su recuerdo y todo lo que he ganado con él seguirán acompañándome en ese largo camino que todavía he de recorrer.
Me ha encantado leer este balance. Desde luego estar fuera de casa y más cuando se es una persona familiar, tiene que ser muy duro. Pero todo pasa y lo principal es mirarlo como tú lo haces, de una forma positiva.
ResponderEliminarSi publicas algo antes de volver lo leeré, sino lo haré a mi vuelta, ya que el viernes me voy por unos días de vacaciones. Te dejo una frase de Laurence Johnston Peter: "Solo una cosa es más dolorosa que aprender de la experiencia, y es, no aprender de la experiencia".
Besos Fénix.
Un balance desde luego muy positivo y lo mas importante es que te quedas con lo que has vivido.
ResponderEliminarFeliz regreso a casa.
UN beso y me encantó leerte