lunes, 14 de noviembre de 2011

Segundo


Cuando cursaba educación primaria, recuerdo con bastante claridad que mi número favorito era el 2, debido principalmente a que ese era mi número en la lista por apellidos. Es un tanto extraño sin duda, pues entre muchas otras cosas soy extremadamente competitivo. Siempre me esfuerzo al máximo y siempre doy todo lo que puedo para poder destacar en lo que hago y si es posible ser el mejor. Por eso es curioso que de pequeño fuera ese molesto número el que tanto me gustara.

A todos nos agrada, en mayor o menor medida, ser los mejores en algo. En algunos casos es un concepto un tanto negativo (cuando lo que gusta es estar por encima del resto, da igual los medios empleados) pero también puede ser un concepto postivio (cuando lo que buscamos es no superar a los demás, sino superarnos a nosotros mismos). De todas maneras, muchas veces estamos condenados a sufrir un segundo puesto, pues siempre habrá alguien mejor, alguien en una posición más elevada y con el que probablemente sea casi imposible competir. No es agradable ocupar ese segundo puesto, sea en estudios, deportes, trabajo, amor... La expresión "segundón" es un ejemplo de ello. Saber que si se interesan por ti será probablemente por que la primera opción ha fallado no es motivo de alegría. Pero aun así, creo que nos pasamos demasiado tiempo mirando hacia arriba o hacia abajo, sin pararnos a mirar a nuestra altura y descubrir todo lo que tenemos.

Ser segundo no tiene que ser negativo, lo importante es saber distinguir adecuadamente la posición en la que te encuentras. Como he dicho, siempre habrá alguien mejor. No tiene sentido pensar que eres la opción de reserva, pues aunque seas el segundo en ser elegido, lo has sido por encima de los demás. Lo importante es seguir esforzándote, poner todo tu alma en aquello que quieres conseguir y demostrarte a ti mismo que no eres peor, sino un poco menos bueno. Así pues, compararte con los demás puede ser interesante si se hace de forma adecuada. Al fin y al cabo, es una manera de escubrir lo lejos que has llegado pero saber que todavía existen niveles superiores para conquistar. Pero a la hora de valorarte, deberíamos hacerlo de una forma absoluta: da igual cuantos haya por encima y cuantos por debajo, lo importante es si eres bueno o no en lo que haces. Pues muchas veces nos obcecamos al pensar que si hay alguien por encima nuestro, automáticamente eso nos convierte en unos perdedores. Muchas veces no somos capaces de apreciar todo lo que logramos. Pero el segundo puede ganar tanto como el primero. Y quizás, con tiempo y gracias al esfuerzo y perseverancia continuos, algún día consigas alcanzar esa cumbre con la que tanto has soñado. Y si tienes que compartirla lo mismo da, pues lo importante es estar ahí, no ser el único en conseguirlo. Pero aunque no lo consigas, no es excusa para no apreciar tus logros.

Nuestro peor enemigo somos nosotros mismos. Esa es la única competición que debemos ganar pase lo que pase. Una vez lograda esta victoria podremos estar seguros de que en nuestro interior siempre seremos los primeros.


1 comentario:

  1. Precioso, estoy de acuerdo en todo. Aunque puede que para algo tú creas que eres el segundo y en realidad estás muy por encima incluso del primero, en otro plano...un fénix volando por encima...

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Gracias por compartir tu mirada

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