jueves, 26 de enero de 2012

Quizás solo un sueño, quizás algo más

Sentado delante del ordenador, cansado y somnoliento, observo a través de la ventana la nieve caer. Un fenómeno al que poco a poco me voy acostumbrando, aunque cada día es diferente, su magia cambia y se renueva en cada ocasión. Así pues, como tantas otras veces en días pasados, me dejo envolver en la danza de tan gráciles copos de nieve, cayendo con movimientos ligeros e hipnóticos, trazando formas en el aire cuyo significado sólo ellos conocen. Mas esta vez algo difiere, pues en sus trazados una pauta parece comenzar a asomarse. Mi atención aumenta, algo sucede en esta ocasión, algo que por mucho tratar de entender no consigo descifrar. Pierdo la noción del tiempo, del espacio. Mis sentidos se nublan, sólo existe el silencio y el color blanco...

Pestañeo y la escena cambia completamente. No hay ventana que se interponga en mi camino, ahora me encuentro en medio de tan seductora danza. Miro en derredor, hacia arriba, hacia abajo y sólo veo una cortina de nieve cayendo lentamente hacia un suelo que escapa a mi visión. Oigo unas risas, juraría que las pequeñas motas blancas que me acompañan se ríen de mi desconcierto. No es posible, pienso, pero al poco acabo entendiendo: estoy presenciando un lenguaje de signos trazados con tenues pero firmes movimientos, una forma de comunicación ayudada por el viento, como la danza de una abeja los copos de nieve se hablan entre sí al son de un baile sutil. Sus risas continúan, hasta que descubro su motivo: no soy más que otro copo más, otra bella simetría cristalina en un mundo de hermosa geometría. Celebran mi comprensión con regocijo y divertidas figuras que ahora comprendo al instante. Ante mi curiosidad irreprimible uno tras otro comienzan a contarme historias de sus vidas: los viajes en grupo a través del cielo, la lenta caída hasta el suelo, el abrazo de sus compañeros al fundirse unos con otros, la transformación de hielo a agua y de agua a vapor, el ascenso al cielo y el comienzo de un nuevo ciclo, quien sabe si de nuevo nieve o esta vez convertidos en lluvia, granizo... Sus origenes, los paisajes visitados, las conversaciones con el viento y el sol... El tiempo parece haberse detenido mientras trato de empaparme en cada detalle que se me ofrece, intentando guardar cuidadosamente tan valioso regalo. Y cuando sus relatos terminan, en respetuoso agradecimiento, comienza el mío. Entre sus sonrisas maliciosas por mi pésima ortografía les hablo de nuestro mundo, un mundo de sentidos y sentimientos. Les describo nuestra vida, pasiones y ambiciones, nuestras metas y sueños. Esperanza, alegría, amor... Nuestra caída continua, alargada en el tiempo mucho más de lo que podría creer posible. Quizás el tiempo pase mucho más lento en este mundo. Cuando les pregunto por ello, me responden que no son ellos quienes se mueven lentos, sino los humanos quienes vivimos demasiado deprisa, sin pararnos a disfrutar los momentos que hacen la vida especial.

Como respuesta a mis pensamientos, comienzo a vislumbrar difusas sombras a nuestro alrededor, cada vez más nítidas hasta tomar la forma de sobrios edificios. La proximidad del suelo parece acelerar nuestra caída y entre los pequeños copos empieza a reinar una extraña agitación. Comienza una frenética danza al son de una canción alegre y triste a la vez, un canto de principio y fin. Durante un instante veo pasar a mi lado una ventana y detrás una figura conocida, recostada sobre la mesa, dormitando en frente del ordenador. Después comienza una vertiginosa carrera hacie el suelo, acercándose a una velocidad abrumadora. Es el fin del viaje, la canción llega a su paroxismo y en el aire resuena un grito de salvaje libertad . Cierro los ojos y...

Despierto sobresaltado, aún sumergido en esa difusa frontera entre los sueños y la realidad. Observo a través de la ventana y veo que la nieve ha dejado de caer. "Solamente un sueño", pienso mientras me estiro en la silla. Todavía adormilado, me levanto, cojo mi abrigo y salgo a la calle. Allí, busco debajo de mi ventana el trozo de suelo en el que nos vi caer y suavemente tomo en mi mano parte del polvo de nieve allí depositado. No sé que espero, quizás sentir a mis compañeras de viaje entre mis dedos, quizás leer de nuevo en su vuelo, quizás aferrarme a la idea de que no ha sido todo fruto de mi imaginación. Soplo la nieve de mi mano, creando una pequeña nube que permanece durante unos segundos ingrávida, antes de volver a precipitarse al suelo. Nada sucede, la decepción se pinta en mi rostro. Pero mientras volvía sobre mis pasos, durante unos segundos pude oir  una breve despedida susurrada por el viento. Quizás me lo he imaginado, quizás todo ha sido ciertamente un sueño. Quizás... "Quién sabe", sonrío. Y volviendo mi cabeza saludo con mi mano y devuelvo la despedida:

Hasta la próxima.


1 comentario:

  1. Gracias a ti hoy he aprendido la palabra "paroxismo" que nunca la había escuchado.
    Y bueno,respecto a esa aventura que has tenido,no sé porqué,pero me da a mi que fue más que imaginación...veo en tus palabras demasiados detalles,por si acaso,no te alejes mucho de la ventana!^^

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