Al final tras tanta ilusión, decepción e incertidumbre otro camino más ha quedado cerrado. Supongo que en parte duele un poco, recordando la ilusión del comienzo, esa senda que prometía aventura y sobre todo una meta gloriosa. Pero no pudo ser, lo que parecía un hermoso paseo acabó convirtiéndose en una senda impracticable, llena de maleza y zarzas que sólo aportaban sufrimiento y dolor. Supongo que sucumbí a los cantos de sirena que no me permitieron ver la realidad subyacente, que confundí las señales y no supo guiarme usando la brújula adecuada. Pero ahora llegó el momento de aceptar la realidad, de cambiar de rumbo antes de que sea tarde y partir en busca de un nuevo camino que no me ponga en peligro. Al fin y al cabo, en esta vida si hay algo que no falta son caminos. Además, siempre lo he dicho y siempre lo diré: caminante no hay camino, se hace camino al andar.
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