domingo, 3 de noviembre de 2013

Bailar

¿Qué tendrá la música? ¿Qué es lo que hace que al escucharla comencemos a respirar sus notas, llenando los pulmones con ese sonido puro y melódico, vibraciones armónicas que viajan hasta el corazón y desde ahí se bombean hacia todos y cada uno de los rincones de nuestro cuerpo? ¿Por qué un insoportable hormigueo se apodera de nuestras extremidades y nuestros músculos comienzan a arder? ¿Qué misteriosa razón obliga a nuestro pie a marcar el ritmo de la melodía, mientras comenzamos a mover las manos dirigiendo una orquesta invisible? ¿Por qué los ojos se cierran, el mundo a nuestro alrededor desaparece y sólo quedan la música y un cuerpo deseoso de liberarse y bailar?

Si hay una pareja eterna, esa es la que forman la música y el baile. No importa donde te encuentres, en todo lugar de la tierra existen ambas en una estrecha comunión que evidencia un rasgo innato del espíritu humano: la búsqueda de libertad. Pues eso es bailar, ser libre de prejuicios y ataduras, dejar volar el cuerpo y el espíritu, sumergirse en la belleza de la música y fluir por el espacio y el tiempo en un momento que dura un segundo y a la vez una eternidad.

En muchas pistas de baile se pueden ver multitud de personas quietas, sentadas, con esa mirada brillante que denota entusiasmo pero sin atreverse a dar el paso y salir a bailar. Se esconden tras excusas, "estoy cansado" o "no sé bailar", pero en el fondo saben que simplemente tienen miedo: miedo al ridículo, a ser señalado por los demás, miedo a lo que piense el resto... Lo sé, porque así he sido yo. Anhelando poder responder a las ansias de mi cuerpo por dejarme llevar, pero demasiado encadenado por mis miedos como para hacerlo. Y entonces llega, una persona a la que no puedes decir que no te saca a la pista y te encuentras de repente en ese espacio que es tu sueño y a la vez tu pesadilla. Realizas pequeños movimientos por no llamar la atención, sin quedarte quieto pero sin dejarte llevar en exceso. Y poco a poco notas como ese deseo reprimido durante tanto tiempo comienza a romper las barreras de tu prisión. Al principio apenas se nota, tan sólo aumentas de una manera discreta el ritmo de esos discretos movimientos que te atreves a hacer. Pero poco a poco el deseo se libera y la música se apodera de cada rincón de ti. El mundo desaparece, las cadenas se rompen y antes de que te des cuenta estás bailando con todas tus ganas, sin miedos ni inhibiciones, volando libre por la pista de baile.

Entonces lo entiendes, entonces lo sientes. Bailar es volar por ese cielo que tanto anhelaste, es ser libre para soñar sin impedimentos, es ser feliz sin necesitar razones para ello. ¿Por qué negarte el placer entonces? ¿Por qué esperar a que sean otros los que rompan las cadenas que te atan sacándote a bailar? ¿Por qué no ser tú quien por una vez salga de esa barrera en la que te escondes, permitiéndote por fin disfrutar de la vida sin inhibiciones sin sentido? No tengas miedo, baila y sueña. Al fin y al cabo, como dijo Sabina: bailar es soñar con los pies.

2 comentarios:

  1. Un texto precioso Fénix. Está claro que no todo el mundo es Fred Astaire, pero en el fondo, todo el mundo "sabe bailar". Confieso que yo soy muy de bailar en mi casa (porque siempre suena la música que me gusta xDD) estilo Hugh Grant en Love Actually xDD. Así bailo yo!!!!!

    http://www.youtube.com/watch?v=zcgxBHBsl-4

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    Respuestas
    1. Me suena, yo también he aprovechado la soledad de la casa para bailar así :P

      Besos,

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